Toc, toc, el dron llama a la puerta
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Toc, toc, el dron llama a la puerta

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Hasta el verano de 2014 era imposible volar sistemas aéreos no tripulados en ninguna parte de España, más allá de una decena de campos militares específicos donde apenas tocaban cielo aparatos de pequeño porte. Pero estos sistemas ya existían, se venían utilizando desde hacía años, sobre todo en esas grandes plataformas de ensayo que son los conflictos armados. Pero no era legal, en absoluto, pese a que en Youtube ya campaban multitud de videos de aficionados manejando con soltura sus artilugios aeronáuticos –algunas de estas filmaciones se emplearon como prueba para encausar a sus autores–. Ahora, desde entonces, ya es posible volarlos, si bien con notabilísimas restricciones. Aún con ellas, en poco más de 24 meses se han registrado más de 1.600 operadores en las listas de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Se trata de empresas que, de momento, se dedican principalmente a la toma de imágenes aéreas o a ejecutar levantamientos topográficos. La agricultura también comienza a asomar la patita, y la hincará con fuerza a la vuelta de no demasiado tiempo, dado que tras el sector de las infraestructuras está llamada a ser la que más negocio genere en torno al uso de los drones.

Lo que en ningún caso se encuentra entre los exactamente 1.646 registrados –a fecha 9 de septiembre de 2016– es alguna compañía que tenga por actividad declarada la entrega de mercancías, ni tan siquiera la inscrita bajo el nombre de Transportes Aéreos Menorca. Como ocurría con el empleo de drones en general hasta julio de 2014 este uso no es legal, aún cuando ya resulta tecnológicamente posible. Mientras la norma alcanza la realidad lo que proliferan no son videos de usuarios que se saltan la ley, sino multitud de ensayos con UAV entregando paquetes para preparar la irrupción de un negocio que va a cambiar muchas cosas.

Hace unos años oímos que el gigante de la venta por internet Amazon ya anticipaba el envío de mercancías con estos sistemas no tripulados. Entonces, hace poco más de dos años, sonaba demasiado lejano. Ahora todo parece haber acelerado. A Amazon se han sumado otros grandes de la paquetería y el comercio en general como DHL, Seur, Walmart, Rakuten y Alphabet –matriz de Google–.

Todos ellos ya cuentan con sistemas propios de aeronaves remotamente tripuladas con los que llevan meses ensayando el suministro de pequeñas mercancías, en muchos casos en entornos reales, aunque restringidos, como campos de golf, campus universitarios o pequeñas poblaciones.

A la vez se están emprendiendo proyectos que permitan articular con los menores riesgos posibles un entorno repleto de drones de reparto que ya se atisba a la vuelta de la esquina. Algunos, como el bautizado Vahana de Airbus Gropu, amplían la idea de suministro de paquetes hasta contemplar grandes redes de drones con viajeros humanos en su interior. Otros estudian el uso de farolas o balcones como estaciones para estos aparatos desde las que facilitar un complejo entramado de puntos de recogidas y entregas e incluso de reparación y recarga. Así se lo plantea Amazon o el visionario Charles Bombardier, entre otros.

Sin embargo, donde mejor se vislumbra un futuro inmediato de paquetería por drones es en la incipiente regulación del uso comercial de RPAS que acaba de entrar en vigor en EEUU –el pasado 29 de agosto–. La clave de la normalización del uso de estos artilugios sigue siendo la legislación, y lo será por mucho tiempo. Continuará a rebufo de los avances tecnológicos, pero no tendrá más remedio que acoplarse y con cada acompasamiento producirá una explosión de actividad. Como ha ocurrido en España con su limitadísima legislación provisional que ya ha superado los dos años de vigencia.

Uno de los mayores detonantes contenidos en la nueva normativa de EEUU es que abre una tímida puerta al uso de drones para entregar paquetes. La línea de luz que esa apertura deja pasar es el primer gran paso para una realidad que nos guarda sorpresas que aún no alcanzamos a imaginar en toda su dimensión. Ocurrió con los teléfonos móviles, que en apenas unos años han pasado de procurar un sistema de comunicación con una potencia y una portabilidad sin precedentes a convertirse en terminales inteligentes con usos sin fin. Ahora son los drones los que llaman a la puerta, y dentro de poco lo harán literalmente con nuestros pedidos.



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