Acostumbrémonos: los drones ya han llegado al espacio aéreo comercial
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Acostumbrémonos: los drones ya han llegado al espacio aéreo comercial

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Casualmente, o no, el mismo día del mes pasado tuvieron lugar a ambos lados del Atlántico dos hitos clave en la aeronáutica no tripulada. Los dos se adelantaban a un futuro inmediato en el que ya no vamos a estar seguros de acertar cuando señalemos al cielo y expliquemos a nuestros niños pequeños que dentro de aquella figura lejana de un avión viaja gente. Quizá no, quizá no vaya nadie.

El 30 de septiembre despegó del aeropuerto británico de West Wales una avioneta que durante una hora se movió por el mismo espacio aéreo civil por el que circula el tráfico aéreo ordinario. Pero a diferencia de cualquier otro que pudiera encontrarse en el área de uso convencional (en la imagen), este aparato era un dron pilotado remotamente durante la primera prueba de este tipo que se realiza en el Reino Unido.

Este ensayo, ejecutado con un RPAS (sistema de aeronave pilotada remotamente) Watchkeeper de Thales, formaba parte de la iniciativa para modernizar la gestión del tránsito aéreo en los cielos europeos denominada SESAR, que es el primer gran paso para lograr la integración de estos aparatos en el cielo civil europeo. Algo que se prevé comenzar el próximo año.

Ese mismo día y desde la base de la Primera División de Infantería de Fort Riley, en Kansas, un RQ7-B Shadow fabricado por Textron Systems alzaba también el morro para introducirse en el espacio aéreo controlado por la autoridad de aviación civil de Estados Unidos. Era el primer dron del Ejército en realizar un ejercicio similar. Nunca antes se había culminado una operación como esta en el país líder mundial de estos sistemas. Dos helicópteros UH-60 Black Hawk acompañaron en todo momento al RPAS, entre otras medidas extremadas “por si acaso ocurría algo en el avión”, como explicó un suboficial implicado en el ensayo.

Tal y como concluyó la comunidad de expertos europeos el pasado marzo en Riga (Letonia), los drones, entre otros principios, no podrán ser menos seguros que las aeronaves tripuladas, estarán sujetos a similares normas que estas y deberán contar con la aceptación de la ciudadanía. Sobre el esfuerzo tecnológico y normativo que se ha emprendido para cumplir las dos primeras premisas no hay dudas. En cuanto a que el público esté preparado para admitir sin especial preocupación que encima de sus cabezas vuelan grandes aparatos sin nadie en su interior, todavía falta mucha pedagogía.

De momento hay que divulgar que los RPAS, también conocidos como UAV o UAS, ya han comenzado a ensayar vuelos en el mismo espacio por el que transitan los aviones comerciales. La inquietud que esto pueda producir no está muy alejada de la que sintieron aquellos que hace no mucho más de un siglo vieron volar las primeras aeronaves de la historia. ¿Qué pasa si uno de esos cae? ¿Podrían chocarse en el aire? ¿Quién será el responsable si ocurre un accidente? ¿Les dejaremos que observen desde ahí arriba nuestras actividades privadas? Aquello se superó. Ahora, antes de lo que pensamos, estaremos acostumbrados a desconocer si lo que vuela por encima de nosotros es, a simple vista, un avión como los que hemos distinguido hasta ahora o un dron como los que van a proliferar en los años más inmediatos.



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