El valor de la profesionalización en la operación con UAS
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El valor de la profesionalización en la operación con UAS

Foto Jorge Manchado Izquierdo SENASA(1)
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Técnico Experto Aeronáutico de SENASA

La búsqueda de la excelencia en la formación y en el entrenamiento aeronáutico (iniciales, avanzados y continuados) al más alto nivel es, ha sido y será siempre, el fundamento que permite garantizar la profesionalización del personal aeronáutico, materializándose esto en la seguridad y la eficiencia de las operaciones aeronáuticas; sean estas llevadas a cabo en el ámbito de las aeronaves convencionales o en el ámbito de las aeronaves pilotadas de forma remota.

Actualmente nos encontramos ante un paradigma en lo que respecta a la formación inicial de los pilotos remotos que vayan a efectuar operaciones UAS en el marco de la normativa de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), dentro de la Categoría Abierta (subcategorías A1-A3 y A2) y en la Categoría Específica (escenarios estándar), a quienes la normativa reguladora europea no exige una mínima formación teórica reglada obligatoria, aunque sí requiere la superación de exámenes teóricos oficiales, para la obtención del certificado de piloto a distancia.

A este tenor, puede parecer sorprendente la determinación que en su día (año 2015) tomó la EASA, al permitir la exoneración del requisito de formación aeronáutica obligatoria reglada en un centro de formación reconocido directamente por EASA, o reconocido por las autoridades aeronáuticas de los Estados miembros. Quizás la razón para tomar tal determinación fuera facilitar la obtención de los certificados de piloto a distancia y, de este modo, poder satisfacer la previsible inmensa demanda de pilotos de UAS civiles, con la consiguiente creación de cientos de miles de puestos de trabajo, directos e indirectos. Y con ello, que se pudieran materializar las pretensiones económicas de crecimiento en el ámbito UAS, en el horizonte 2020-2050.

Por su parte, es de alabar el esfuerzo continuado que se ha llevado a cabo en España, desde el primer momento, por la División de UAS de nuestra Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Quien conoce a su personal, y su abnegado y continuado esfuerzo, bien sabe que tenemos una División de UAS de primerísimo nivel en el ámbito aeronáutico, no ya únicamente europeo sino también en el plano internacional. La constante difusión de información y de formación, permite guiar tanto a operadores como a pilotos remotos, a la consecución de sus fines.

Las rasgos del sistema

Las nuevas tecnologías de la información y de la formación, con todas sus ventajas e inconvenientes, permiten, indudablemente, la aprehensión de conocimientos y la demostración de que los conocimientos esenciales pueden ser, en mayor o menor medida, adquiridos. Este hecho se ha puesto de manifiesto, especialmente, durante la reciente pandemia que nos ha obligado a muchos de nosotros a reinventarnos en algunas áreas laborales, como es la enseñanza.

No obstante, se puede considerar que la aeronáutica requiere la consolidación de todos los conocimientos necesarios y la percepción, por parte del alumno, de la necesaria integración de todas las materias que componen los temarios de formación de pilotos, ya sean tripulantes de aeronaves convencionales o pilotos a distancia.

Dicha consolidación e integración del conocimiento, la brinda especialmente la enseñanza cara a cara entre profesores y alumnos. Y no solo en lo referente a la explicación de las materias de estudio, a la capacidad de profundizar en el conocimiento que necesitan los alumnos, sino también en el fomento de una cultura del conocimiento aeronáutico, en la que se fusionan los nuevos conocimientos que han de adquirir los alumnos y aspirantes a piloto, con la gestión de riesgos y amenazas (TEM) y, por qué no, con la nueva filosofía del KSA (Knowledge, Skills and Attitudes), dado que se podría considerar que todas estas destrezas son necesarias en cualquier piloto, independientemente de que vaya a ser piloto de aeronave convencional o de aeronave pilotada de forma remota.

Por mucho que los medios informáticos permitan ofrecer las enseñanzas aeronáuticas básicas, no pueden sustituir a las impartidas de modo presencial o, al menos, no en su totalidad.

Las ventajas de la formación presencial

En la transmisión del conocimiento aeronáutico entre profesor y alumno hay un cúmulo de componentes del factor humano tan necesarios como necesaria es la interrelación de factores humanos que debe existir entre los tripulantes de una cabina multipiloto de aeronave convencional. El contacto visual natural y directo, la comunicación verbal y la comunicación no verbal, la transferencia de ilusiones, la empatía, las motivaciones, la evaluación del aprendizaje en tiempo real, la resolución instantánea de dudas individuales o grupales, el fomento de las hard skills y soft skills en el alumnado, la generación del talento; en definitiva, la generación de un entorno de conocimiento grupal, no es posible adquirirlo de igual modo empleando únicamente medios informáticos.

La inserción de las aeronaves remotas no es nueva en la historia de la aviación. No es el motivo del presente artículo hacer un detallado recorrido por los orígenes de las máquinas (aeronaves u otras) controladas de forma remota, pero baste citar el Telekino: un autómata que ejecutaba órdenes transmitidas mediante control remoto inalámbrico, inventado y patentado por el ingeniero español Leonardo Torres Quevedo (1852-1936) y que fue presentado en la Academia de las Ciencias de París, en 1903. Este invento español influenciaría, en grandísima medida, sobre la tecnología a aplicar en el mando y control de las primeras aeronaves remotas británicas y estadounidenses en 1917, durante la Primera Guerra Mundial.

La nueva era en la aviación que supone la integración de los UAS requiere un personal formado, capacitado, altamente cualificado y entrenado al más alto nivel, independientemente de la masa máxima al despegue de la aeronave remota, de sus performances de vuelo o de la finalidad del vuelo a desarrollar.

Obviamente, adquirir ese nivel de competencia y destreza aeronáuticas, necesita tiempo, dedicación, método, esfuerzo e inversión. Pero estos requisitos no son nuevos en el campo de la aviación lo han sido siempre en el ámbito aeronáutico. Ese know how aeronáutico ha sido transmitido y transferido, generación tras generación, al personal aeronáutico, adaptándolo, por supuesto, a las necesidades que los avances tecnológicos, reglamentarios, procedimentales y doctrinales, han requerido.

La motivación en la formación conduce hacia el conocimiento; el conocimiento, junto a la aptitud y la actitud proactivas, fragua la excelencia. Y la excelencia en la formación, proyecta hacia la excelencia en la profesionalización.



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