Drone Adventures mapea el archipiélago de Zanzíbar
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Drone Adventures mapea el archipiélago de Zanzíbar

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Los drones de la ONG Drone Adventures han surcado los cielos de Zanzíbar, en Tanzania, para obtener un mapa de sus islas que ayude a planificar el desarrollo urbano, evitar la erosión de la costa y dirimir conflictos por la tierra.

Estos sistemas no tripulados (UAS) han sobrevolado 2.400 kilómetros cuadrados de las dos islas principales del archipiélago, Unguja y Pemba, para realizar un mapa actualizado de precisión centimétrica que sustituya al que fue elaborado hace 13 años con un avión traído de Kenia y que costó más de un millón de dólares.

Según explica a Infodron.es el portavoz de Drone Adventures, David Rovira, el país dependía de la ayuda internacional para volver a realizar un mapeo, dado su elevado coste. Los drones han permitido realizar este trabajo con un precio mucho menor e implicar a sus habitantes en ese proceso.

“Nos preguntamos: ¿Por qué no tomamos Zanzíbar para enseñar a la población y a la vez mapeamos la isla?”, señala Rovira sobre este proyecto, financiado por el Banco Mundial y en el que participan topógrafos de la Comisión de Tierras de Zanzíbar y estudiantes de la Universidad Estatal de Zanzíbar.

La ONG, fundada en 2013 por una quincena de miembros de la compañía Sensefly, filial de Parrot, enseña a estos universitarios a manejar el software para volar estos aparatos que, por lo demás, despegan, vuelan y aterrizan de forma automática.

Para algunos era la primera vez que veían un dron, relata Rovira, pero ahora se han convertido en operadores de drones experimentados con hasta 600 horas de vuelo.

Resolución de disputas por el terreno y control medioambiental

Los datos obtenidos servirán para resolver litigios por el suelo al establecer los límites reales de las parcelas ya que, según detalla Rovira, tres cuartas partes de la población no cuenta con títulos de propiedad que fijen las lindes.

También ayudarán a guiar el desarrollo urbanístico y la construcción de carreteras y medir la erosión de la costa, ya que permitirán comprobar la subida y bajada del mar y la pérdida de arena. Además, ayudarán a controlar un depósito de basura ilegal en la zona protegida de Kibele.

Además de estos usos, según Rovira, el aprendizaje con drones ha generado nuevas ideas entre la población sobre cómo emplearlos. Como la propuesta de un estudiante para controlar las entradas a la costa porque muchos hoteles las cierran, privando así a muchos agricultores de acceder a sus plantaciones de algas.

Los drones, indica Rovira, poseen numerosas ventajas frente a otras tecnologías. Son más baratos, su uso requiere menor planificación que los aviones y poseen mayor resolución que los satélites, que no pueden captar imágenes cuando hay nubes.

“Es un utensilio espectacular, que cambia las cosas totalmente. Permite llegar a zonas de difícil acceso, cuesta menos que otros sistemas y la población puede utilizarlos”, subraya Rovira.

Además, los datos obtenidos por la ONG son de acceso abierto a todo el mundo, lo que “abre nuevos horizontes” de uso. Rovira se muestra convencido de que las autoridades locales no volverán a intentar controlar esa información ahora que se ha publicado el plano base de las islas.

Escasez de normativa y terrenos irregulares

El representante de Drone Adventures reconoce que volar en África es “más difícil” que hacerlo en Europa ya que “las temperaturas son más elevadas, hay mucho viento, los terrenos para el despegue y aterrizaje son más irregulares y no hay campos de hierba". Además, el polvo puede obstruir los componentes de los drones, añade.

A esta dificultad se suma la falta de legislación que regule la actividad de los UAS en la mayoría de naciones africanas. Rovira prefiere trabajar con un marco normativo, pero indica que en Zanzíbar, donde la ley aún no ha sido aprobada, no tuvieron grandes problemas. “Cuando en el Ministerio de Defensa vieron el dron, que solo pesa 700 gramos, nos dejaron usarlo”, explica.

Su reducido peso implica que, aunque se caiga, no causará daños personales ni materiales, asegura. Además, el sistema es silencioso y cuando vuela en la distancia parece un pájaro, por lo que la población no siente inquietud, prosigue. Para Rovira, tampoco hay un problema de privacidad, ya que las fotografías aéreas no muestran los rostros humanos, al ser tomadas desde arriba.

Drones fácilmente reparables

La ONG utiliza distintos modelos del eBee de ala fija de Sensefly en sus proyectos. Están realizados en panel de sándwich, un material que se puede restaurar fácilmente con pegamento, lo que “ha salvado muchas misiones”. La empresa cede los equipos porque esos viajes le sirven para explorar y poner al límite los equipos.

En Tanzania, Drone Adventures también ha llevado sus drones a la capital, Dar es Salaam, donde ayudaron a establecer las zonas con mayor riesgo de inundación y determinar dónde deben construirse los sistemas de drenaje.

La ONG también ha ayudado a reconstruir países destruidos por desastres naturales o provocados por el hombre, como Haití, devastado tras el terremoto de 2010 y Filipinas, afectado por el tifón Haiyán.

En total, ha llevado a cabo más de diez misiones en ocho países, la mayoría humanitarias, aunque también arqueológicas, como la búsqueda de restos milenarios en el sur de Turquía y de conservación de especies, como la protección del rinoceronte negro en Namibia.

Imagen: Drone Adventures



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